jueves, 5 de septiembre de 2013

Where have all the good times gone?

Ray, ese es el nombre de la persona cuya voz ha estado sonando insistentemente en mi cabeza durante los últimos ocho meses de mi vida... con esa sonoridad tan peculiar, irónica, ensoñadora, cotidiana, cercana, siempre inconfundible... él ha sido el encargado de escribir la banda sonora de mi viaje ¿iniciático?; un viaje atrás en el tiempo pero no a mi juventud, de vuelta a los orígenes pero no a los míos, un viaje a la inocencia, a la ilusión por el presente, el hedonismo y la pasión por la eterna adolescencia... un viaje allí donde todo nació para mí, a los días en que Lucy nos miraba desde el cielo y los absolutos principiantes reinaban en las calles convencidos de poder burlar a la (gris) vida y la (negra) muerte todas las noches viviendo intensamente cada instante.
Su voz me acompañaba a todas partes y en todo momento, bailando hasta el final del día en oscuros sótanos de cálidas atmósferas rodeado de dedicados seguidores de la moda y bellas niñas escondidas entre sombras, envueltas en flores y azules miradas que prometían que todo el mundo sería feliz para después decir que no podías ganar; siguiendo rastros de fantasmas que inevitablemente terminaban en callejones sin salida, aunque siempre había alguno que llevaba a algun pequeño café de Chelsea donde tomar un té a media tarde, mirar a través de los ventanales y pensar que no eras como los demás; caminando por King's Road con la seguridad del que sabe que hay sueños que no se pueden romper; volviéndome al pasar por Carnaby esperando ver a Keith, Steve o Jane; contemplando la puesta de sol en Waterloo junto a un corazón que no quiso amarme hasta que brillara el sol de nuevo mientras Terry y Julie me prometían que nos volveríamos a ver; tumbado en la hierba de un parque de primavera en una tarde de sol perezoso sintiéndome completamente feliz y completamente triste a la vez; viendo amanecer el día en las calles vivas de Brixton mientras me llegaba el lejano eco de una voz cantando sobre una lejana isla; dejándome llevar entre la gente por Covent Garden mientras llegaba la noche y morían los payasos en el asfalto ante las miradas sorprendidas de los niños; conduciendo entre pueblos dormidos preservados entre verdes valles y costumbres del pasado; emborrachándome de palabras y alcohol bajo la mirada de la luna con amigos, David, Polly, Arthur, Suzannah, Harry, Lola... o simplente mirando al cielo viendo como acababa una estación para dar comienzo a otra. Todos esos momentos de vida quedarán grabados para siempre en mi almanaque de otoño y en mi mente porque me has atrapado y no quiero que me liberes. Aunque no vuelva a verte jamás nunca me cansaré de esperar por ti. Nunca.

A Ray Davies y Londres

Lazy Juanma