martes, 29 de octubre de 2013

Syd Barrett, la espinaca humana

"In my paisley shirt. I look a jerk. And my turquoise waistcoat is quite out of sight. But... oh!... oh!... my haircut looks so ba-ad. Vegetable Man, where are you? Vegetable Man... Ah... aha... ha... haha... ha..."

Sirvan de introducción estos versos extraidos del fantástico outtake de Pink Floyd Vegetable Man, incluido en el pirata Unforgotten Hero, y posteriormente versioneado por Jesus & The Mary Chain y The Soft Boys. Y no solo es a ellos a quien influencia definitivamente la obra de Syd Barrett.

Corre el año 1964, y no hay nada que diferencie realmente a The Abdads del resto de las bandas salidas de las Art Schools londinenses. Tanto ellos como The Banshees de Bryan Ferry, The Soft Machine y tantos otros flasheaban con Jimmy Reed y el R&B en general, la gran tendencia del momento en Inglaterra. El bajista de The Abdads, Roger Waters, atrae por amistad al seno del grupo a un enigmático guitarrista de ojos verdes que desde Cambridge había llegado a una escuela de arte del sur de Londres: la Camberwell School of Art, era Syd Barrett.

"Lo que me hizo venir a Londres fue la pintura. Antes no había hecho nada importante en el terreno musical. Justamente llegué a tomar parte de un grupo de Cambridge al comienzo de los 60: Geoff and The Mottoes. Después de tres años en Londres, comencé a tocar con The Abdads. Y definitivamente, Bo Diddley era mi mayor influencia en ese momento." Syd Barrett.

No hace falta decir que a partir de aquel día la óptica de los Abdads se transforma de un todo por el todo bajo la influencia del temperamento hipercreativo de Barrett. El sonido de Pink Floyd había nacido, y el grupo se mueve durante casi dos años por el circuito limitado de los colegios de arte, no sin antes haber tomado cuidado de librarse del guitarrista Robert Close, que tocaba demasiado limpio para lo que pretendía el grupo.

De un R&B más o menos académico, Pink Floyd-Abdads habían pasado a hacer una especie de free-form rock que mezclaba a Bo Diddley con un freak-out generalizado. Syd no se olvida jamás de acabar sus actuaciones en directo con reverberantes versiones del clásico Louie Louie y Roadrunner que les dejaba explotar en un enorme feedback subsónico sobre unos despavoridos estudiantes a quienes tenían como público.

Un elemento fundamental en la evolución musical de Pink Floyd es la toma de contacto en la primavera de 1966 con Peter Jenner. Este anónimo muchacho londinense fue el revulsivo principal para la creación del sonido del grupo. Jenner había seguido durante meses por todos los Estados Unidos a The Velvet Underground intentando convencerles infructuosamente de que le encargaran la producción. Decepcionado tras la elección de Andy Warhol por parte de Lou Reed, John Cale y compañía, Jenner regresa a Inglaterra decidido a revelar a algún grupo británico los secretos del extravagante grupo neoyorquino.

Y una noche de la primavera de 1966, Jenner ve en directo en el mítico local del número 99 de Wardour Street: el Marquee, a los Pink Floyd, llevados allí por el entonces manager del local Steven Stollman, alertado por los incesantes rumores que corrían sobre ellos. Peter Jenner lo tiene claro. En sociedad con Andrew King ofrece un contrato de management al grupo, contrato que los Pink Floyd aceptan, y del que saldrá un acuerdo con EMI del que hablaré mas tarde.

Jenner también les revelará los secretos para perfeccionar su nuevo sonido, cambiando las pastillas de la guitarra y del bajo e insertando el órgano entre efectos de ecos y ecualizadores. Pero sobre todo, será quien presente a los Floyd a los componentes del Light and Sound Workshop, quienes con Rip Carter a la cabeza, se ocuparían del fenomenal light show psicodélico con dos inmensos proyectores y más de 400 diapositivas, luces oleosas y líquidas de todo género que acompañarían las actuaciones del grupo, logrando así un espectáculo absolutamente psicodélico, es decir que la totalidad y combinación de luces y sonidos reconstruyan las sensaciones típicas producidas por el LSD 25.

El 25 de octubre de 1966 se dan cita en la Roundhouse londinense 2.500 jovenes para asistir al International Times Launching Party. Pink Floyd Sound & Light son la cabeza del cartel. Todo el Swingin' London está allí, desde Paul McCartney a Mick Jagger o Michelangelo Antonioni, pendientes de lo que ocurre encima del escenario. Pink Floyd de convierten en aquella noche en los cabezas de fila del naciente Flower Power inglés.

Tras unos meses de actuaciones en el UFO Club, local que producía la música más estimulante y avanzada por aquel entonces en Londres, el grupo graba su primer single el 27 de febrero de 1967 en los estudios Sound Techniques de Chelsea. El tema elegido es Arnold Layne, y se lo hacen de un modo totalmente independiente. Peter Jenner comienza a mover la cinta entre las compañías discográficas. Para Robert Stigwood, el grupo necesita madurar aún. Para la Elektra, no tiene ningún futuro. Pero EMI y Decca se los disputan a golpe de talonario.

Es finalmente EMI quien se lleva el gato al agua con un contrato realmente increíble, que preveía un adelanto de 5.000 libras, cifra enorme para la época, y un importante y alto porcentaje por cada copia vendida. Pero la siempre prudente EMI se asusta un poco con la imagen freak pura y dura del grupo, e intentan toda una campaña de prensa para intentar dulcificar la idea que sobre el grupo se había extendido. Campaña que se va al garete en cuanto se publica Arnold Layne, el primer single del grupo, que de inmediato se prohibió en la BBC, Radio London, y en todas las principales estaciones de radio inglesa por el simple pretexto de que la canción describía las manías de ropa de un travesti... Y como siempre, o casi siempre, que surge un escándalo como este en la Perfida Albión, todo el mundo compró el single.

Inglaterra entera había adoptado el jodido disco, y no solo era patrimonio del UFO o del Crawdaddy el poner el single sin tregua, todos los demás clubs se habían puesto al trabajo y toda la Gran Bretaña bailaba el jerk sobre la historia de un travesti, modulada por las inflexiones dementes de la voz de Barrett. El crescendo de guitarras, similar a una montaña rusa, esa pulsación irisada daba una sensación auténtica de júbilo. E, incluso si el I can hear the grass grow de The Move precede al Arnold Layne como primer Hit en single de la Psicodelia Inglesa, este tema se queda en un auténtico pastelazo al lado del milagro Barrett.

Pero pasemos a comentar el primer, único y definitivo álbum que Syd Barrett realizaría con Pink Floyd. The Piper At The Gates of Dawn, grabado durante la misma época en que The Beatles construyesen su mítico Sgt. Pepper.

Barrett y los suyos se encontraron en diversas ocasiones con los cuatro de Liverpool y llegaron a intercambiar impresiones.

The Piper es uno de los símbolos más marcantes de 1967, uno de los años más generosos y ricos en la historia del Rock & Roll. El título del disco venía en un libro para niños muy célebre en Inglaterra, Wind in The Willows de Kenneth Graham y más precisamente de su capítulo séptimo, con el mismo título del Lp. El cuento describía un universo mágico y paralelo donde los cuentos de hadas se unen al misticismo en una sarabanda onírica poblada de gnomos y pequeños animales de mirada turquesa, un mundo en perfecta osmosis con el feeling de Pink Floyd. Por tanto, ¿es preciso ver a Barrett como un poeta de la belleza, del lado de Lewis Carroll y de la tradición totalmente anclada en el subconsciente inglés de los cuentos de feria de la abuelita? De hecho esta increible inspiración nacida de los cuentos de feria y de ese mundo ligado a la infancia que caracterizaba a Syd Barrett, se iba a combinar estrechamente con su propio descubrimiento del LSD.

La primera iniciación al ácido de Barrett fue en el verano de 1964 en el sur de Francia en la compañía del que luego le sustituiría en el seno de los Pink Floyd: David Gilmour. Pero contrariamente a los acid-heads californianos que no encontraban su inspiración si no era mediante LSD, en Syd Barrett toda esta visión se iba a encontrar más profundamente alargada. El ácido no era sino un elemento más aliado a su desmesura, un modo de jugar un poco más a fondo a aprendiz de brujo.

Las letras de The Piper... están llenas de referencias al ácido sin ningún tipo de ambiguedad, en Astronomy domine y Interstellar Overdrive notablemente, pero Barrett miraba también más allá. En Lucifer Sam por ejemplo, intentaban la penetración en un universo retorcido como el del Ocultismo y si bien es necesario ver que su misión es inocente y neófita, así y todo da sensación.

Este puzzle explosionado de acordes y de sólos imbricándose los unos con los otros, incluso sin hablar de las múltiples obsesiones musicales de Barrett que se transparentan aquí y allá (...el grupo Love es una de ellas...), hacen de este Lp uno de los verdaderos ejemplos de 1967, la última experiencia.

En diciembre del mismo año, a la vuelta de una caótica gira norteamericana que había visto presentarse a Pink Floyd en directo en Boston, Nueva York y sobre todo en el Fillmore West de San Francisco, Roger Waters siguiendo los consejos de Andrew King y Peter Jenner expulsa a Syd Barrett del grupo. Al fin y al cabo el mundo del Rock es tan terriblemente conservador que no puede tolerar durante mucho tiempo a un extraterrestre en su seno.

Syd decide volver a vivir a casa de su madre en Cambridge durante dos años, a mirarse a través del espejo en los torbellinos de su alma en sus propios ojos.

"Vivía en la casa de Cambridge. Realmente no era muy divertido, trabajaba en el sótano, pintaba, componía allí en el fondo del sótano." Syd Barrett.

Syd saldrá del sótano en 1970 para publicar su primer disco en solitario: The Madcap Laughs. Durante el curso de estos años de existencia se larvaron algunos ataques de demencia súbita y pasajera como el que le empujó a intentar romperse la cabeza contra un muro, pero a fin de 1969 con la ayuda de David Gilmour y del productor Malcolm Jones, había comenzado las sesiones del álbum.

"Ayudé a Syd porque realmente me gustaban sus canciones y no porque, como supongo que algunos pueden pensarlo, porque me sintiera culpable de haber tomado su lugar en Pink Floyd. Yo quería que él hubiera podido salir con este disco pero al final me vi obligado a tomar las responsabilidades en la mezcla final." David Gilmour

También se sabe que Barrett debió ser ayudado permanentemente por Malcolm Jones durante la grabación. "Me acuerdo que David y Rick Wright me recomendaban siempre protegerle, estar atento a él sin pausa. Siempre me ha rondado la curiosidad de saber si no era debido a que él todavía representaba un buen montón de pasta para EMI, por lo que le producían." Malcolm Jones.

Posible, posible, pero esto no va a ser lo que reduzca la calidad de esa maravilla inmaculada que es The Madcap Laughs. Este disco no tenía que ver gran cosa con el Syd Barrett de 1967. Nada había aquí de esa producción luminosa. Parecía cantar en catalepsia mientras que el conjunto del disco tiene un cierto aire del Folk Cósmico.

En febrero de 1970 poco tiempo después de la salida de este disco, Syd se pone a trabajar en otro álbum. Las primeras sesiones comienzan a fin de mes en los estudios de Abbey Road, para prolongarse hasta agosto con interrupciones debidas a las ausencias de Gilmour y Wright ocupados en preparar la gira americana de Pink Floyd.

Al final el disco combinará material viejo y nuevo (Gilmour afirma que la totalidad del material de los dos lp's de Barrett fue escrito antes de 1968 pero se podría dudar cuando se sabe que, y es confirmado por Malcolm Jones, Syd escribía constantemente con una auténtica bulimia incluso entre dos tomas de estudio.)

Lo que sí es cierto es que Barrett es un disco doloroso que en ciertos momentos refleja realmente el enorme trabajo que debió ser para Gilmour, Jones, y el personal de Abbey Road llegar a dar una coherencia a los diversos antojos de Syd. De ahí ese feeling prefabricado, ese montón de cintas, algunas concretamente geniales como el Bob Dylan Blues pero mutiladas donde se extiende bien la tentativa de unir un grupo detrás de Syd a base de overdubs.

"Debimos inventar diversas técnicas para intentar meter en cinta los temas. Era terriblemente duro, muy muy duro y no se tenía ninguna idea de lo que Syd experimentaba en cada momento. Debíamos pregrabar las bases sin él, a partir de una versión que hubiera hecho. Y después, era preciso sentarle delante de un micro e intentar que tocara y cantara solo, con todos los riesgos que esto podía comportar. Se podía hacer también el rollo inverso, dejarle hacer su número, y después intentar meter las bases. La idea de verle trabajar directamente con un grupo era inconcebible; Syd transformaba continuamente sus temas y no tocaba jamás dos veces una canción del mismo modo. Llegué a pensar que esto era deliberado en él."

Es preciso, por lo tanto, tomar el segundo disco en solitario, Barrett, por lo que no es, es decir, como un mal disco. El lado artificial de su producción no altera para nada su grandeza.

La última aventura musical de Syd Barrett, todo un desafío de equilibrista, fue un grupo casi mitológico que formó en 1971 con otros dos nativos de Cambridge; Jack Monk, un bajista que había tocado con una banda llamada Delivery, y después estaba el batería más alucinado de toda la escena inglesa: Twink Ader, de un glorioso pedigree... Tomorrow, The Pretty Things y Pink Fairies eran sus ex grupos.

A decir verdad fue idea de Twink la de montar un grupo. Nick Kent cuenta que este batería tenía la idea de utilizar la leyenda quasi establecida de Syd Barrett para su interés personal. Pero STARS, así se llamó la banda, fue todo lo contrario a una experiencia satisfactoria gracias, sobre todo, al estado psíquico de Barrett.

Hicieron una serie de actuaciones, pero la más famosa fue la del Corn Exchange de Cambridge, en donde compartieron cartel con MC5. Los testimonios concuerdan en afirmar que la actuación de Stars aquella noche no fue más que pura cacofonía, Barrett salió corriendo del escenario para, de nuevo, enterrarse en vida en el fondo del sótano de la casa de su familia. La primera tentativa de resurreción de Barrett tocaba a su fin. Una conclusión absurda, a mi modo de ver, sobre todo cuando lees lo que contaba Barrett al comienzo de Stars...

"Quiero descubrir ahora con este grupo, si me es posible profundizar en ciertas ideas que me vienen desde el The Piper at the Gates of Dawn" S. Barrett

Recordar a título de curiosidad que Syd Barrett se presentó una sola vez en el London Olimpia en 1970 para promocionar el anterior disco y con una banda de apoyo que incluía a Jerry Shirley y David Gilmour.

Desde entonces Syd se encuentra absolutamente a la deriva, en los confines de la sordidez. De 1972 a 1975, de vuelta a Londres, se instalaba en un apartamento de dos habitaciones en el barrio de Chelsea, del que no sale practicamente más que cuando se lo exigen sus necesidades económicas, para acercarse a Berkeley Square, a la sede de LUPUS Music, la compañía encargada de administrar sus royalties.

También le da la manía de comprar guitarras por docenas. Más inquietante es el rumor de que, en diversas tiendas de ropa de Kings Road, los vendedores habían tomado el hábito de verle llegar, quedarse de pie durante horas en medio de la tienda, quieto y con la mirada fija, sin decir palabra, actitud que finalizaba de repente, partiendo del lugar corriendo. No es preciso ser clarividente para darse cuenta de que la tragicomedia de Syd Barrett olía a chamusquina.

Regresa de nuevo a Cambridge donde desde 1975 en adelante se debate en una existencia cubierta de estancias en clínicas psiquiátricas, incluso con tratamientos a base de electroshocks, como aquel del que informó la prensa amarilla inglesa en 1980.

También aparecieron unas fotografías en la prensa musical de medio mundo en 1982, de muy dudoso gusto. Y lo último que se ha dicho es que se pasa las horas delante de la televisión y que no quiere hacer nada más en su vida. No es difícil delimitar, comprender el alucinante itinerario de Barrett hasta las fronteras prohibidas que separan la razón de la locura; pero es el momento preciso, el disparador que hace que la estabilidad mental bascule, lo que queda como misterio insondable.

¿Por qué Syd Barrett más que Mick Farren, Pete Townshend o incluso Sky Saxon? No, el ácido no volvía clinicamente loco. Si esto hubiera sido el caso, toda una generación hubiera cambiado sus camisas de amebas por otras de fuerza, y quizás todo el mundo hubiera tomado un giro diferente. Gente allegada a Syd Barrett consideraba que su metabolismo era demasiado débil para asimilar cantidades industriales de drogas. Las historias abundan en este sentido, como el episodio de la estancia en Richmond en 1967 en casa de una extraña pareja que tenía la estrafalaria particularidad de azucarar cada mañana el té de Barrett con una fuerte dosis de puro LSD, seguramente a sus espaldas.

O esa anécdota significativa al respecto, ocurrida durante uno de los últimos conciertos de Barrett junto a Pink Floyd: mientras el resto del grupo estaba en el escenario afinando, Barrett seguía en el backstage triturando el contenido de un tubo de Mandrax, y mezclar el resultado con una especie de brillantina, para luego endurecer su pelo con esta abyecta mezcla. Tras recoger su guitarra Telecaster y subirse al escenario, debido al intenso calor de los focos, la combinación brillantina-Mandrax se puso a chorrear sobre su rostro dándole un aspecto de máscara de cera monstruosa del más bello efecto.

En fin, Syd Barrett junto a The Velvet Underground, son dos de los elementos fundamentales de la evolución de la música, desde principios de los 70 hasta ahora, más allá de cualquier revival. Y Syd Barrett es, sin duda alguna... la más grande interrogación del Rock Británico.

Artículo escrito por KIKE TURMIX, años 80
Homenaje a SYD BARRETT...
Homenaje a KIKE TURMIX, Estrella del R & R.